En la espuma que era absorbida por las raíces de un ser de energía inagotable, un árbol de Luz, el cual estaba enraizado en medio del mar. Donde las olas regresaban a el en una danza divina. El respiro profundo de Gaia sincronizado al corazón central, a la omnipresencia del fuego sagrado que radica dentro de cada uno, ese fuego es el que sostiene la verdad y la unidad con su calor.
Arrojada suavemente por la espuma del mar Gaianauta llega a la orilla de este hermoso árbol de luz. Al llegar se acerca emocionada colocando su frente sobre el tronco reconociendo su grandeza y la manifestación de fuerzas especiales y poder divino en el. Se encamina hacia la cima admirando y honrando cada forma de vida que en el crecían en simbiosis perfecta, la magia e intercambio de información celestial encapsulada en esporas de hongos y abanicos de conocimiento creciendo en su corteza, cascadas de muscos emplumados. Al soplar el viento el canto de las aves, aquellas que portan la conciencia suprema de la libertad y la ligereza, creaban la música de las estrellas. Las aves regalaron a Gaianauta plumas con las que lograría acceder más rápido a la copa del árbol. Al llegar un colibrí la estaba esperando para darle de su pico una bebida sagrada, el néctar del diamante del bosque, el cual le abriría la visión al sentir Nemeton encontrando ese lugar de intercambio bendito entre el mundo de los dioses y elementales con el mundo de los hombres.
Abriendo la trinidad en sus ojos Gaianauta enciende una de las resinas de copal y con su humo honra toda la creación y el intercambio sagrado, la simbiosis representada en la danza galáctica del amor, la compasión y la honestidad. Aquella que dio origen al mundo. Dando y Recibiendo con el corazón y por un bien común. Observando la perfección en la Naturaleza, el árbol que unifica los tres niveles: el cielo, el mundo de los dioses, la conciencia suprema .
la tierra : la existencia humana y lo subterraneao: el mundo interno y la muerte. En el axis mundi el humo del copal permite la regeneración mutua en armonía perpetua, las esporas se propagan en el al infinito como estrellas en el cielo formando así la corona que se extiende sobre el mundo.